Arno Bani tenía tan solo 23 años cuando recibió la llamada. Michael Jackson había quedado prendado del trabajo del joven fotógrafo francés en la primera página del Sunday Times -Astrid Munoz con look faraónico- y le contrataba para realizar la portada de su próximo disco, Invencibles.Pero las fotografías con las que la estrella quería proyectar su nueva imagen para el siglo XXI -corría el año 1999- no gustaron a la discográfica Sony. Durante 10 años durmieron en un cajón. Ahora, más de un año después de la muerte de la leyenda del pop, ven la luz por primera vez en París, donde serán subastadas el próximo 13 de diciembre por la casa de apuestas Drouot.
«Se hizo un silencio enorme cuando le propuse que se cortara el cabello. Sus colaboradores se quedaron paralizados, con cara de estupor. ¿Cómo osas? me lanzaron con la mirada. Y entonces él dijo simplemente, vale, de acuerdo». Interrogado por este diario, Arno cuenta las peripecias de la sesión de fotos y su voluntad de mostrar un Michael Jackson diferente. «Quería ocultar el lado americano y excesivo, dar una imagen más depurada, elegante, con el toque chic a la francesa», argumenta el fotógrafo para el queJackson aceptó cortarse la melena.
El resultado son una serie de fotografías en las que el cantante de Thriller aparece envuelto en una capa dorada -las destinadas a la portada del disco- y otras en las que el artista muestra un rostro más masculino, con actitud de dandy vestido integralmente de negro -un look muy parisino- o con pequeños toques de color, como un borsalino ladeado o un ojo pintado de azul. Bani llama a esta foto El payaso triste. Está convencido de que el cantante le eligió -casi nunca tomaba personalmente la iniciativa- porque «quería trabajar con alguien joven».
DOBLE PERSONALIDAD /Durante la preparación de las sesiones realizadas en París -el primer día no se presentó por cansancio- el fotógrafo tuvo ocasión de conocer a la persona que se ocultaba detrás del ídolo. «Le percibí como alguien con una doble personalidad, lleno de contrastes. Tenía un lado muy infantil y otro muy reservado. Estaba hierático, ausente, y de repente se iluminaba, como si accionara un interruptor». Su impresión fue que Jackson estaba «muy solo» en medio de una marea de colaboradores que no se atrevían a decirle nada. El común denominador de los 700 clichés de Banies precisamente la inmensa tristeza que transmitían los ojos negros de Jackson.
Los fans que deseen hacerse con una de estas imágenes podrán pugnar por ellas a partir de 1.000 euros para las cuatro grandes fotografías, y 500 para los clichés originales, algunos recuadrados con rotulador por el propio artista. Para los bolsillos más modestos se ha editado un libro a 19,90 euros.